El banco frente a la Thomas Cooper Library

En mis frecuentes trasiegos siempre trataba de localizar el resquicio libre de mi banco, con sombra, frente al estanque, frente a las idas y venidas de la escalera de la Thomas Cooper Library: una escalinata por donde se paseaban rostros mundiales, o prototipos de norteamericanos que se adelantaban unos pasos para alcanzar un pase del balón de rugby que alguien rubio, alto, con sandalias, y desenfadas bermudas lanzaba desde una esquina.
Yo me sentaba en mi banco, haciendo mis deberes primero, después condensando notas para un no se qué posterior en el que todavía ando.
A veces, en Agosto, cuando ya no había estudiantes de la Marina de los Estados Unidos, ni chicas con minifalda, ni frisbis, ni sandalias, ni biquinis en pleno ambiente académico, me volvía a sentar en mi banco, a esperar a mi hermana.
Entonces, podía suceder que levantara la vista y me encontrara a Li Kai, con su figura escuálida, con sus músculos sin definir, un hombrecillo de 27 años asiático y obsesionado con la belleza occidental.
Yo me sentaba en mi banco, haciendo mis deberes primero, después condensando notas para un no se qué posterior en el que todavía ando.
A veces, en Agosto, cuando ya no había estudiantes de la Marina de los Estados Unidos, ni chicas con minifalda, ni frisbis, ni sandalias, ni biquinis en pleno ambiente académico, me volvía a sentar en mi banco, a esperar a mi hermana.
Entonces, podía suceder que levantara la vista y me encontrara a Li Kai, con su figura escuálida, con sus músculos sin definir, un hombrecillo de 27 años asiático y obsesionado con la belleza occidental.
Se sentaba a mi lado, y empezaba a flotar su inglés made in Taiwan, esforzándose por desterrar el acento, pero su "Ena" dirigiéndose a mí, era una innoble y vejatoria pronunciación que erizaba mis oídos que se indignaban como mujeres casadas ante una indecente proposición.
Después seguía hablando, hablando...
Y luego mi hermana llegaba, llegaba...
Comentarios
Un saludo.
Hasta otra.
Se ve que te gusta escribir en él.
Un placer veros por aquí.