EL DISFRAZ DE LA DERECHA Y DE LA IZQUIERDA

El salón se va llenando: una persona, dos personas, tres personas, hasta llegar a ser una multitud de palabras ininteligibles, incontenibles e irrefrenables, como bebés que recuperan el habla tras la amnesia del nacimiento (porque todos ellos dominan un lenguaje, podría ser el chino, el inglés o el flamenco, pero al llegar aquí, al aterrizar en su nueva vida, se han congestionado todas las palabras en el cerebro, su lengua se ha resfriado, su verborrea se condensa en su mente hasta convertirse en una masa imposible de parir con palabras y ya no pueden comunicarse, es un bla, bla, bla, sin forma, pero con contenido)
El salón se ha llenado. Hay dos grupos, el de la derecha y el de la izquierda (siempre hay un grupo a la derecha, y otro a la izquierda, algunos hablan de un tercer grupo, que se ubicaría en el centro, pero ése no existe, es una leyenda, un disfraz en el que una vez se cuelan unos (los de la izquierda) u otros (los de la derecha) según convenga o encuentren más o menos a mano el trajecito.
Pues ahí están los dos grupos, mirándose como dos fieras a punto de enfrentarse en el ruedo letal. Se escudriñan los defectos, los puntos donde la flaqueza asoma, intrigándose con las palabras que se lanzan para sopesar al adversario...
Luego, todo empieza. El salón oscila, tiembla, fluctúa como un tubo de luz. ¿Y luego qué será?
-Pues luego -responde una especie de narrador acomodado con palomitas-, luego, comienza el circo de la política.
El salón se ha llenado. Hay dos grupos, el de la derecha y el de la izquierda (siempre hay un grupo a la derecha, y otro a la izquierda, algunos hablan de un tercer grupo, que se ubicaría en el centro, pero ése no existe, es una leyenda, un disfraz en el que una vez se cuelan unos (los de la izquierda) u otros (los de la derecha) según convenga o encuentren más o menos a mano el trajecito.
Pues ahí están los dos grupos, mirándose como dos fieras a punto de enfrentarse en el ruedo letal. Se escudriñan los defectos, los puntos donde la flaqueza asoma, intrigándose con las palabras que se lanzan para sopesar al adversario...
Luego, todo empieza. El salón oscila, tiembla, fluctúa como un tubo de luz. ¿Y luego qué será?
-Pues luego -responde una especie de narrador acomodado con palomitas-, luego, comienza el circo de la política.
Comentarios
En definitiva, la política es PLAYMOBIL.
saludos!
ojala algun dia se caigan todas las marionetas de este mundo...
No sé, suprimo algo e imagino que consecuencias maravillosas derivarían de ello, por ejemplo: desaparece la cháchara idiota de los políticos, ¿Qué cambios van detrás?
Con lo que molaría ver a un equilibrista o un malabarista en Economía, a un domador o un forzudo en Interior, o a un mago en Obras Públicas...
A ver si meten, señor Groucho, malabaristas en ese circo de la política, ya estoy harta de que sólo salgan payasos.