LAS RAMAS DEL VERANO

Hace una semana que no sé nada de Charles Foster Kane. Lo vieron hace poco con sus rizos desplomándose sobre su cara y la nariz en obstinada reverencia hacia el político. Sé de sobra que el ciudadano Kane no era así, que era bravo y temerario como un pirata al mando de la nave más canalla del ancho mar.
Yo sigo pasiva, sin dar una justificación convincente a mis horas que pasan traspasadas por la inercia. Por mi mente surge el contorno del verano, cuando mis horas las pasaba sentada en medio del campo, en medio de mi imaginación, con mis perros adormecidos por el calor, y postrada ante un ordenador sin conexión a internet.
Pero escribía, escribía... esa condición básica se cumplía y el DELL portátil pero achacoso recibía el efluvio de mis ideas en su pantalla intoxicada por los años.
Entonces no tenía trabajo, me desmoronaban los nos que se pronunciaban ante mi currículum. Así, rotundos, sin apenas vislumbrarme, sin captar mi voz persuasiva tomando el hilo de una buena defensa de mí misma.
Así que el currículum no me vendía, siempre volvía hacia a mí sus ojos apesadumbrados y su pequeña lista de experiencia danzando en su seno. Entonces (mi currículum) me miraba, y trataba de justificar su vida:
-Ama, lo siento. No me han dado oportunidad, querían a alguien con más experiencia, había cien mil como yo, nos hemos dado de golpes...
Yo le acariciaba el torso, lo miraba dulce y volvía a arremeter con más cambios y modificaciones que volvieran su rostro más sugerente.
Habría que ser como Henry Miller, ahí, bien plantado, cabreado en su orgullo y gritándole al Presidente de la Compañía Telegráfica Cosmodemónica de Norteamérica porque le habían dicho que no a hacerle un rincón en un tosco empleo.
Ay, pero Miller tenías tiempo libre para escribir, y yo también lo tenía.
Ahora los bolsillos rebosan, la cuenta está contenta (no es abundancia pero mucho para mí), vivo conectada a Internet, pero mi tiempo libre cuelga en las ramas del verano.
Yo sigo pasiva, sin dar una justificación convincente a mis horas que pasan traspasadas por la inercia. Por mi mente surge el contorno del verano, cuando mis horas las pasaba sentada en medio del campo, en medio de mi imaginación, con mis perros adormecidos por el calor, y postrada ante un ordenador sin conexión a internet.
Pero escribía, escribía... esa condición básica se cumplía y el DELL portátil pero achacoso recibía el efluvio de mis ideas en su pantalla intoxicada por los años.
Entonces no tenía trabajo, me desmoronaban los nos que se pronunciaban ante mi currículum. Así, rotundos, sin apenas vislumbrarme, sin captar mi voz persuasiva tomando el hilo de una buena defensa de mí misma.
Así que el currículum no me vendía, siempre volvía hacia a mí sus ojos apesadumbrados y su pequeña lista de experiencia danzando en su seno. Entonces (mi currículum) me miraba, y trataba de justificar su vida:
-Ama, lo siento. No me han dado oportunidad, querían a alguien con más experiencia, había cien mil como yo, nos hemos dado de golpes...
Yo le acariciaba el torso, lo miraba dulce y volvía a arremeter con más cambios y modificaciones que volvieran su rostro más sugerente.
Habría que ser como Henry Miller, ahí, bien plantado, cabreado en su orgullo y gritándole al Presidente de la Compañía Telegráfica Cosmodemónica de Norteamérica porque le habían dicho que no a hacerle un rincón en un tosco empleo.
Ay, pero Miller tenías tiempo libre para escribir, y yo también lo tenía.
Ahora los bolsillos rebosan, la cuenta está contenta (no es abundancia pero mucho para mí), vivo conectada a Internet, pero mi tiempo libre cuelga en las ramas del verano.
Comentarios
Ah, luego vino el mundo de trabajo. Se podría hablar horas sobre él... pero no lo haré. Me quedo esos pensamientos que se escapan y vuelven a las horas en que tal vez eras feliz, escribiendo bajo el sol de verano. (que bonita la última frase)
Perdona que hable de esto en éste post; pero no pude (no sé el porqué) hacerlo el sábado en la mañana que vi la entrada, sus nombres y lo que les decías en ésa mezcla de intimidad y confidencia que nos regalaste... y pensé en El Gato, la Alicia, la Humpty Dumpty, El Conejo, María Helena y Ricardo, que una noche hace tiempo me visitaron y tomaron pirandéllicamente mis dedos para hablar de ellas, de ellos. Hace años que les dejé allí, entre las primeras líneas de algo que ni siquiera sé como se llamará, esperando que me hiciera un tiempo entre artículos de opinión, crónicas y reportajes más cercanos a lo político que a la ficción; y luego vino lo de tejer el güeblog de La Otra Chilanga, y tiempo después el concurso éste del que ha sido expulsado alguien a quien le he ido tomando estima y otro más, a quien admiraba de tiempo atrás en otro medio, desde su propio blog ha anunciado que se retira del certamen.
Por esos días fue tu visita a La Otra Chilanga preguntando si era sincero en lo que te decía, que aquí mismo hacía extensivo a Jerjes, y luego tu post; y, sabes, me siento como desgajado, con la piel hecha jirones.
Así que, aunque parezca extraño, quiero agradecerte haber con la palabra lo que pocas veces me sucede. No sé si regrese con aquestos personajes, que más que míos yo soy de ellos, volveré la mirada otros que me visitaron después, con nombres que refieren a personajillos menores, pues se mueven en esa otra ficción que nombramos realidad; son militares y políticos, principalmente; pero regresaré. Entre tanto, diles por favor a Damián, Lucas, Emilio, Julia o Silvia que si ven a El Gato o a la Alicia (que son los más vaguillos), les digan a los demás que no tardaré, al menos no más.
Una vez más, muchas gracias.
Mucho besos Lynn
Un beso!
Eran días más tranquilos, desconectada del mundo y rodeada de lo mío, en fin, Su. Desde luego, estoy personal, pero es lo que me nace, lo otro supondría ir contracorriente.
Hola, Chilanga. No me importa para nada que hagas referencia a anteriores entradas. Y ya sabes, un día de estos tendrás que volver con esos que me cuentas, aunque sea simplemente para darles un bonito final.
Hola, Mar, para todo eso tengo un plan. Algún día lo llevaré adelante.
Bueno, Ara, fue el pasado verano. No hace mucho, y tengo cada día de aquellos como un tesoro que entonces no reconocía como tal.
Un saludo, Lynn.
Hasta que llegó el indigente que lo ocupaba habitualmente y me expulsó. Fue bonito mientras duró.
Lo primero que tienes mi voto, lo segundo que me están entrando ganas locas de leerme trópico de capricornio... ¿O era de cáncer? Eso es cultura
No le hagas caso a los curriculums, siempre mienten...
a ver?
Capitán, por ahí se suele decir que no hay que ser demasiado feliz para ser un artista. Que hay que ser un desgraciado o algo así, hay algo de espeluznante de razón en todo eso. No sé.
Groucho, lamento mucho que volviera el legítimo propietario, pero al menos durante unas horas usted estuvo en la cumbre del éxito...(tranquilo y relajado en su banquito sin cartones)
Bueno, Su, ya lo sabes. Lo que sientes es lo que te mueve a escribir.
AHORA ME TOMO UN DESCANSO. MIS DISCULPAS.
Besos
saludos!
besos
Y la escritura. Siempre la escritura. La bendita y maldita escritura.
Un saludo.
saludos y click!
Me encanta.
No sé muy bien cómo explicarlo,
pero es que me gusta mucho como condensas, te vas a un detalle, luego a toda una vida, y en tan pocas líneas.
Es un gusto siempre leerte.
Que alguien dijo algo de tu blog,
y alguien me ha contado...
En fin. Que si se atreven a decirte cosas feas, que sea porque las hacen mucho mejores.
Un beso.
saludos
Besos y felicitaciones
Un abrazo Lynn!
Lo siento mucho querida, espero que la perrita no sufra mucho.
Nos pasaremos por aquí a ver que ocurre.
¡Y qué mala leche tiene la gente! Nada, ni caso.
saluditossssssssssssssssssss
Muchos besos cielo...y que se recupere si?
fuerza!
Besos
Me he perdido algo...
pues otro beso.