LA NIETA DEL SAMURAI

Mari y Egemen hubieran formado un híbrido religioso y racial muy valioso para los paisajes del fondo de los mitines políticos. (Ya saben, esos decorados de gente feliz que endulza las imágenes, con sus sonrisas y juventud, de los "promete la luna" )
Ella era japonesa, y él turco. Pero no se dedicaban a eso, nada de ponerse detrás de nadie, ellos iban siempre delante con su inglés recién aprendido y sus garbeos bajo el sol de Carolina del Sur.
Egemen esperaba a Mari. Recogía su mochila porque los machismos a veces tienen esa vena caballerosa, y el hombro del hombre enseguida cede, mientras ella podía hablar con las manos libres, desenvueltas y blancas, inmunes al sol que arremetía intentando sembrar algo de moreno en su piel, pero era lista como un samurai y sabía de sobra que la inteligencia nos ha dado los protectores solares.
Mari noqueaba al turco con sus ojos de tira, a veces, cuando reía, quedaban como ranuras con un destello de fondo, y Egemen estaba seguro de que su japonesita veía entonces el mundo en un cinemascope exagerado.
Pero el turco era más guapo y menos aborregado que el hombretón que imaginó Antonio Gala en su Pasión Turca. Era culto, moderno, alto, intenso, joven y desprovisto de los anclajes de los hijos y de un carné de ex legal marido de alguien.
Por eso, Mari lo miraba inquieta. Posaba sus ojos en él, y los dejaba ahí, en la tierra firme de sus pectorales, que bailaban triturando el aire en sus pulmones. Después se fijaba en el detalle de su mochila, y luego miraba a las demás estudiantes con el celo de la búsqueda de la ruin desbancadora.
Ellas cruzaban las zonas del campus sombreadas, con los ojos azules y enormes, algunas de las malditas Candy Candy de la tele de su infancia patrullaban la zona con las melenas rebosantes de rubio natural.
Pero ella no temía por las Candys, más bien por Egemen y el pavor de que acabara fijándose en otra mochila más exótica que la suya.
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Comentarios
hasta después
Encantadora parejita, la verdad es que dan toda la impresión de ser reales.
Besos.
Un besote
Hola, Su, eso existe en todas las parejas.
Saludos dos
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Gracias por seguir publicando la palabra
Ya me entiende, ¿no? Las "esto", quiero decir, ya sabe, ejem, ¡no me haga decirlo!
saludos, la pasion turca... hmmm.. esta bien...
Eso sí, a Lynn la leo con interés creciente.
hummmm, ¿"Blogueratura"? mola el término...
Saludos salvajes.
Vamos que si me persiguen diez japonesitas no lo dudo... y son tetas Groucho, te-tas (si no saca una canción Leonardo Dantés con todas sus acepciones...)
NUNCA MAIS
Groucho, libérese!! Repita conmigo: o-m-b-l-i-g-o-s. Era eso, verdad?
Persio, yo no he leído la pasión, he visto la película solamente.
Ya veo por donde van tus gustos buen salvaje, cuando quieras hablamos de Luci.
Tootels, un niño perdido diciendo esas cosas??
Vaderetro, ??? No te he entendido, necesito un comentario al comentario.
Saludos a todos
Vade, está bien eso de llevar mochilas ajenas.Yo cuando voy a escalar llevo siempre la cuerda que pesa menos que todo el material que lleva mi novio a la espalda.
Pues saludos también a ti, pasa cuando quieras, Menta.